Hace un tiempo, un cliente que quedó encantado con mi consultoría quiso recomendarme. Entró a mi web para mostrar mis servicios y portafolio a otra persona. Pero en ese momento, la página no estaba actualizada. Faltaban secciones, algunos servicios no estaban listados, y lo peor: no había forma fácil de contactarme.
Eso me hizo recordar una regla clave: tu página web no es una tarjeta de presentación, es tu sala de ventas digital.
No sabes cuándo un cliente satisfecho va a hablar de ti. No sabes qué servicio específico puede estar buscando alguien nuevo. Y muchas veces, entran por una razón… y terminan interesándose en otra. Pero para eso, todo debe estar a la vista: servicios explicados con claridad, contacto directo, testimonios reales y un portafolio que inspire confianza.
Moraleja: tu web debe estar siempre lista para representar lo mejor de ti. Ordenada, actualizada y preparada para responder cuando tú no estás frente al cliente.
Revisa la tuya. ¿Está vendiendo por ti… o está haciendo silencio?